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La Patria 100 años - Capítulo 14
Capítulo 14
Dios le pague
Este capítulo, más allá de mostrar la crudeza de diferentes episodios que se han registrado en los Cien Años de Verdad de LA PATRIA, busca referenciar la importancia del “aguante” de los caldenses, quienes se han sobrepuesto a múltiples tristezas, comprendidas este entre fuertes y torrenciales temporadas lluvias que se derivan en desprendimientos de tierra, tragedias propias del error humano, fenómenos de la naturaleza como terremotos, sequías o deshielos volcánicos, más una nube de situaciones de toda índole que se acumulan y caen como fichas de dominó.


El calor
Y es claro que para llegar a la ciudad y el departamento que son Manizales y Caldas ahora, han tenido que apelar a toda su fuerza como humanidad, a su proclividad a sentir por el otro, a ser empáticos y reconocer sus dolores para terminar en un acto propio de toda nobleza afectiva: la solidaridad.
No se pudo haber constituido la región bajo las gracias actuales si no se hubiera tenido como principio el apoyo y la adhesión por hacer de los problemas de los demás una causa propia y, también, una forma en la que todos, desde las pequeñas expresiones de unión, como compartir platos de comida, animarse a vestir a quien no tiene recursos para cubrir esta necesidad, como el establecimiento de entidades que buscan a cada humano garantizarle sus principios y, en últimas, reconocer su dignidad.

La manera en la que ayudamos a los demás dice mucho de quiénes somos, y la forma en la que nos entendemos con las vicisitudes ajenas es lo que predica de nuestra educación. No se trata de caldenses que buscan la prosperidad como único ítem de desarrollo, sino también de compartirla, de entenderla como un asunto general y comunitario y reconocer que muchos de los retos del existir se superan y/o se remedian gracias al apoyo social.

Este fascículo buscará recordar diferentes momentos que lograron causar desolación, pero que cuando se miran en retrospectiva, permiten reconocer que, entre todos los agentes de una sociedad, toda situación fue superable, por complejo que fuese el panorama de entonces.
Fuerza profunda
Si hay algo con lo que los caldenses han crecido y madurado son los fenómenos naturales, especialmente, los temblores de tierra o terremotos. Varios se registraron en el siglo XX y, aunque el XXI ha sido menos pronunciado en este particular, siempre está el riesgo patente de lo que pueda suceder cuando la tierra comienza a moverse trepidatoria u oscilatoriamente.
Las características geológicas y topográficas dan todo tipo de escenarios para que se presenten estas situaciones. La misma ubicación geográfica de Manizales o de Caldas dan pie para que los sacudones que pueden causar el choque de las placas tectónicas sobre las que se funda la región de paso a bruscos movimientos en la superficie que pueden poner en riesgo toda construcción humana, por reforzada que esta sea.

Dados los retos evidentes en las cumbres caldenses, no ha quedado otra opción que aprender con el dolor, a reponerse y buscar soluciones que puedan, de cierta manera, reducir el impacto que puedan tener los movimientos telúricos y abrir una puerta que permita un desarrollo seguro en materia de construcción y una sana expansión de las urbes, sin que ello derive en innecesarios riesgos.

Gonzalo Duque Escobar es un reconocido docente universitario en Manizales; ingeniero civil especializado en geotecnia y conoce, como pocos, el desarrollo morfológico de todas las colinas que componen el paisaje caldense. Sabe, también, entender que cada uno de estos fenómenos envía un mensaje diferente cada vez que se presenta.

Entra, entonces, una palabra esencial en prevención a colación: sismorresistencia. Manizales fue la primera ciudad del país que se embargó en un proyecto de formular una norma para construcciones y urbanizaciones que pudieran resistir a los embates de un movimiento sísmico de determinada magnitud.
1979
Todo esto parte de una herencia dolorosa: el terremoto de 1979 en Manizales que LA PATRIA tuvo en su haber, como muchos otros, contar a los colombianos. Las fotografías de Carlos Sarmiento ocuparon las páginas centrales. Devastación en varios puntos forzaron la aparición del temor.

Un par de días después del sacudón, LA PATRIA publicó la historia de varios ciudadanos, quienes relataron cómo lograron reponerse de la situación y también ayudar a los demás. Narró el periódico la siguiente historia en sus páginas interiores:
“La señora Consuelo de Valencia pasó la noche en vela ayudando a evacuar a su hermana que habitaba en uno de los apartamentos de los cuatro edificios ubicados en la carrera 23 con calle 48. Más de 34 familias se vieron obligadas a desalojar estas construcciones por el peligro constante de derrumbarse en definitiva (…)”

La historia de Consuelo, con su hermana, es un ingrediente que siempre se presenta cuando se registran esos sucesos. También son imágenes las que quedan para la memoria y evocan todo tipo de emociones las que se ven al ingresar al archivo. Una imagen de Sarmiento, publicada ese mismo domingo último de noviembre, se acuñaba con el siguiente texto:

Con la imagen perdida: “Añorando lo que horas antes había sido el sitio de reunión de sus alumnas que con la alegría de la terminación del año escolar llenaron este coliseo privado del Colegio de Santa Inés, esta religiosa franciscana contempla las ruinas de las instalaciones interiores que dejó el espantoso terremoto de ayer”

A pesar de esto, los terremotos no eran, ni son y, tampoco, serán noticia nueva para los caldenses, quienes han tenido que crecer con la confianza de saber que la sorpresa de un movimiento telúrico parará sin causar mayores daños, aunque de magnitudes naturales poco se pueda anticipar.
1961
Previo al terremoto de 1979, hubo otro que no se olvida para muchas generaciones. LA PATRIA tituló a las anchas de su portada del jueves 21 de diciembre de 1961: “Violento Terremoto en Colombia… Caldas el Departamento mas afectado por el Sismo (sic)”.
Entre las fotografías que se usaron rápidamente para describir esa jornada estaba el Cristo de la aguja central de la Catedral Basílica de Manizales que terminó por inclinarse. Según lo que publicó el periódico, entonces, la Universidad de Caldas fue la construcción más averiada y la que sufrió las mayores pérdidas. Cálculos preliminares de la época sugirieron que los daños se tasaban en $526 mil. Con justa razón escribieron los redactores del periódico: “Un movimiento sísmico de características poco igualadas por otro de su género, se registró ayer en Colombia (…) La onda sísmica alcanzó una intensidad de 6.9 en la escala de Richter”. 45 eternos segundos duró el fuerte remezón, según se publicó.
Al viernes 27 de diciembre apareció plasmado en la tapa de LA PATRIA un efecto colateral de todas estas situaciones: la ayuda; la solidaridad. Para 1962, el ministro de gobierno era el manizaleño Fernando Londoño Londoño, quien, compadecido por el hecho, visitó la ciudad tras Navidad. En la imagen de la portada se consignó lo siguiente:

“El gerente de este diario, don Bernardo Giraldo; doña Cecilia Restrepo de Botero y Alfonso Diazgranados, a cuyo cargo estuvo la campaña de navidad que auspició LA PATRIA, aparecen en esta gráfica de Sarmiento, disponiendo todo lo conducente para hacer entrega a las familias favorecidas de los aguinaldos”.
1999
Pero, si hay un evento más fresco es el terremoto de enero 25 de 1999 que sacudió ferozmente el centro del país, específicamente, el Eje Cafetero. El súbito movimiento dejó mayormente afectada a Armenia y otros municipios de Quindío, pero sus efectos también se sintieron con severidad en Caldas, sobre todo, en Manizales.

El martes 26 de enero los caldenses de levantaron con una plana que quizás muchos aún tengan en la memoria y su retina: “¡Devastación!”. En la portada se tenían imágenes del centro de Pereira derruido, de la capital quindiana devastada y ante la impotencia, el abrazo solidario y el llanto”.
Dentro del periódico, una separata especial con un titular único: “6.0 en la escala del horror”. Las imágenes son concluyentes y muestran toda la destrucción que pocos segundos de fuerte movimiento en la base de la tierra, en la superficie donde conviven los humanos, dejó estremecido todo y a la muestra desnuda de la fragilidad de toda creación humana.
Compasión
Las donaciones comenzaron a llegar a pulso.

Múltiples campañas en todo el país se llevaron a cabo para tratar de reconstruir lo perdido en el Eje Cafetero. Gran parte de la población de volcó a donar víveres y frazadas con el fin de dar una mano, a pesar de un panorama sombrío que tardó años en recuperarse.

Entre las historias de solidaridad publicadas, estuvo la del envío de médico desde Manizales para reforzar las labores, pues los galenos del Quindío llevaban días de trabajo sin descanso. También, en la misma página, se tiene una sección de opiniones con varias personas que fueron a donar sangre, como Fanny Corrales, quien le dijo a los periodistas: “Este aporte lo hago como un sentimiento de solidaridad por el dolor que padecen los residentes de Pereira y Armenia; son nuestros hermanos”.

Por su parte, Patricia Arango, hizo donaciones en especie y comentó: “Es el momento de ser solidario ante la tragedia vivida. No hay que olvidar que somos familias vecinas. Hay dolor en muchos hogares”. Y esa escena no fue flor de un día; se extendió por los meses hasta el nuevo milenio.

También, en un apartado especial, de la edición del viernes 29 de enero de 1999, LA PATRIA publicó una extensa página titulada: “Llamado de esperanza”, con la cual publicó los números de personas que buscaban a sus seres queridos en cualquier lugar del Eje Cafetero. Todos trataron de ayudar, a su manera, pero siempre, bajo la consigna de la solidaridad.
Saturación
Otro capítulo de dolor intenso cae con la fuerza de la lluvia cada año, al incrementarse su temporada de precipitación. Son cuantiosas las pérdidas cada año por esta situación, pero, lo más lamentable, es que la cifra de personas fallecidas por desprendimiento de tierra parece no reducirse, a pesar de mejorarse la gestión del riesgo en esta materia.

En entrevista con LA PATRIA tras la tragedia por lluvias del 19 de abril del 2017, en la que fallecieron 17 personas, el doctor en Ingeniería Sísmica y Dinámica Estructural Ómar Darío Cardona, explicó que, aunque Manizales es aventajada en la materia, aún está a la merced de muchos hechos de este tipo:
Y es que todos estos eventos se han siempre acuñado bajo un mismo término: Tragedia. Cada una de las diez décadas que componen el siglo periodístico de LA PATRIA tiene en sus páginas el relato del dolor que dejaron las lluvias, los taponamientos, deslizamientos, pérdidas de carreteras, abismos y cualquier otra situación de lluvias constantes y fuertes que son típicas en esta región del trópico y en zona de bosque y montaña.
El triunfo
En cada una hay historias de solidaridad, a pesar del dolor. Entre las que tienen implícito el espíritu de ayuda está la tragedia del barrio El Triunfo. El 27 de octubre de 1965, contó LA PATRIA: “aproximadamente a las seis de la tarde de ayer comenzó a caer sobre la ciudad un torrencial aguacero que presagiaba una nueva tragedia en algunos tugurios como la que ocurrió hace algunos días en el barrio Estrada. Efectivamente, siendo más o menos las siete y 15 de la noche, en el Cuerpo de Bomberos de Manizales se recibía una llamada de urgencia, que anunciaba un deslizamiento en el barrio “El Triunfo”, en la salida Manizales – La Linda".

También contó el periódico:
“La causa del suceso, explicaron los expertos de entonces, es que el barrio El Triunfo no cumplía con los requisitos para ser un asentamiento y las aguas que descendieron del barrio Chipre provocaron el represamiento de pequeños caudales que finalmente acabaron con la vida de 24 personas. Al viernes 29 de octubre, la cifra de heridos ascendió a 24 personas, 7 habitantes de El Triunfo habían desaparecido y la tragedia clamaba por la solidaridad de Manizales, como sucedió también este 2017. La quebrada Sacatín, que atravesaba por la época la zona, dio pie a la desaparición del barrio”.
Conmovido
Se hicieron públicos llamados a la unión y a las donaciones. Sin embargo, el 31 de octubre de ese año, se publicó un aviso del torero tolimense Pepe Cáreces –hijo adoptivo de esta tierra- pronunciándose para ayudar. ““Ofrezco mi adhesión damnificados torear una corrida completa gratis aliviar parte doloroso sucesos. Con ustedes de corazón. Pepe Cáceres” (sic). Al 25 de mayo del año siguiente la plaza de Toros de Manizales se llenó y todo el recaudo se fue a la construcción de viviendas para los afectos. De allí nació en la comuna Universitaria el Barrio Pepe Cáceres, una muestra digna de la solidaridad regional. Además, parte del amparo de la tauromaquia al sector solidario de la ciudad se mantiene con su apoyo irrestricto al Hospital Infantil Universitario.
Primeras damas
Desde hace décadas, se conoce la labor de las Damas Grises; mujeres que lo entregan todo por ayudar a los demás, sobre todo, en momentos en los cuales la tragedia, el dolor, y la tristeza no permiten que un grupo de ciudadanos pueda cumplir con su vida sin novedades. Sharim Toro, líder de la Cruz Roja en Caldas, entidad que agrupa a las Damas Grises, explica sobre su labor.
Puro dolor
Tragedias hay en todos años. En diciembre de 1993, dos desprendimientos de tierra enlutaron la ciudad en las vísperas de la Navidad. El primero, en el barrio La Carolita, al norte de la ciudad y, el segundo, en el barrio Sultana. 17 manzanas del barrio La Carola y La Carolita tuvieron que ser desalojadas; 400 personas se quedaron sin techo del día a la noche.

El 23 de diciembre se publicó una nota en LA PATRIA con la solicitud de los habitantes de La Carola y La Carolita titulada: “¡Que nos devuelvan las casas!”. Antes de la Navidad y en medio de la incertidumbre, no había espera para postergar lo inevitable. El ejército custodió la zona de desastre, mientras el alcalde de entonces, Germán Cardona, definía lo que se tenía que hacer para evitar otra tragedia similar.
Todos para uno
El 29 de diciembre de 1993, “Todos para uno y uno para todos”, fue la consigna para ayudar. Entre los mismos habitantes desplazados por el deslizamiento y otros vecinos, se las ingeniaron para dar ayudas a los más afectados. Niños y jóvenes se involucraron.
Tragedia y silencio
Otro capítulo doloroso, pero de este siglo, sucedió al amanecer del sábado 5 de noviembre del 2011. Un tubo de Aguas de Manizales explotó, causó la saturación de agua y en el barrio Cervantes, en el centro de la ciudad y esto terminó con 14 viviendas destruidas, 114 personas afectadas y número creciente de fallecidos en medio de una zona de tragedia y de entierro.

El presidente entonces, Juan Manuel Santos, visitó la zona de la tragedia, que se saldaba con 30 personas fallecidas y 14 rescatadas milagrosamente con vida. En la imagen de la portada del lunes tenía en imagen la comunidad, metida entre el lodo, sufriendo por el dolor, haciendo todo lo posible en la búsqueda de cuerpos. La solidaridad exige untarse de barro cuando las circunstancias no dejan otra opción.
Testimonio
La cifra de muertos siguió creciendo, hasta topar los 40. La responsabilidad cayó en dilaciones judiciales, mientras que todos los vecinos buscaron rehacer su vida, como pudieron y con la ayuda de sus semejantes.
La sed
El Fenómeno Oscilatorio de La Niña, que golpeaba fuertemente a Colombia en ese entonces, fue el causante de muchas tragedias a lo largo de la geografía nacional. Sus reforzadas y continuadas lluvias saturaban las montañas que colapsaban por el propio peso e inundaban los parajes vecinos a ríos, lagunas y lagos.

Días antes de la tragedia del barrio Cervantes, los manizaleños batallaban contra una situación que los cogió sin prepararse y con los planes de emergencia engavetados. Llegó: Manizales sin agua. “Sed en Manizales” tituló LA PATRIA al día siguiente de la ruptura de los tubos que conducían las aguas de la planta Luis Prieto del acueducto local.

Fueron más de “10 días de resistencia pura”, como se tituló el 20 de octubre, con la ilusión de algún día volver a tomar agua potable de los grifos, secos por la falta de fluido. Las imágenes de los manizaleños ayudándose y llevando agua, siendo solidarios con los más afectados, nunca se olvidan de la retina y hacen parte de la selección fotográfica más humana del periódico.

El debate público llegó y dejó una entera lección sobre lo que Aguas de Manizales debió mejorar para prevenir una situación tan penosa como dejar toda una ciudad sin el más esencial de los servicios domiciliarios: el acueducto.
Doloroso amanecer
La mañana del miércoles 19 de abril es una memoria dolorosa dentro de la redacción de LA PATRIA. Una cifra extraordinariamente alta, más de 110 mm de lluvia en un término de 30 horas en algunos puntos de Manizales, condujo a que en múltiples y quebrados puntos la tierra se derrumbara sobre casas y vías.

“Llueve solidaridad”. Así se inició una campaña en ayuda a todos los afectados. En redes sociales la etiqueta #FuerzaManizales logró volverse viral, atraer la atención nacional e internacional y convocar a las ayudas. Fueron días de dolor y asedio por las lluvias típicas de abril que estuvieron por encima del promedio anual. Hubo alerta roja y calamidad pública. Los barrios Aranjuez, Persia, González, entre otros, se convirtieron en el símbolo de una tragedia difícil de olvidar para decenas de familias y una ciudad entera.
El dolor
Para muchos de estos ciudadanos, quienes han tenido que sobreponerse a las inclemencias de la tragedia, estos eventos son traumas que intentan sanar con un poco de fuerza para continuar sus vidas. Así lo dijo Mary Muñoz, damnificada por las lluvias.

¿Qué sería de Manizales y Caldas sin la entereza, la solidaridad, la empatía y la valentía de su gente? No hay otra fórmula para superar estas tragedias que advirtiéndose una y otra vez que la ayuda de uno es ayuda de todos.
Advertencia ignorada
En el vasto archivo de LA PATRIA no es necesario ir a las páginas del 14 de noviembre de 1985 en adelante para conocer la fuerza del Volcán Nevado del Ruiz. Con dos meses de anticipación, el periódico hizo una extensiva radiografía de la situación dentro del cono volcánico y lo que podía suceder ante una eventual erupción.

Por cerca de tres semanas consecutivas se hicieron informes que advirtieron sobre la inminencia de un proceso eruptivo que podía generar una tragedia incalculable. Y, a pesar de los avisos publicados en LA PATRIA por expertos, gráficas y el mal de un potencial deshielo, nada convenció al gobierno central de tomar decisiones.
Ignorados
Pero lo que fue aviso se convirtió en tragedia real. Un lahar que descendió desde lo alto de las nieves perpetuas se enrrutó por los ríos que descienden de la montaña. Borró del mapa a la población de Armero, cubrió de ceniza a Manizales por varios días, la incomunicó; la dejó sin energía y sin gas; a Chinchiná le causó daños cuantiosos y una pérdida importante de vidas. Todo lo que se pudo prever se convirtió en una ilustración dantesca.

Más de 30 mil muertos, desolación, la peor tragedia natural en la historia de Colombia clamó a cada uno por solidaridad, por unión, por ayudas.
La huella
En los anaqueles del archivo de LA PATRIA están apiladas miles de fotos que se lograron capturar durante esos días de intenso dolor, que demandaron la mayor pujanza de los dolientes para seguir con la vida, para refundar un pueblo y seguir adelante. Es posible que el 13 de noviembre de 1985 haya marcado un meridiano en el entendimiento de la prevención de desastres, no solo en Colombia, sino en el mundo.

El Ruiz ha estado en actividad moderada desde el 2011, cuando su tuvo un proceso eruptivo menor. Los caldenses, tolimenses y demás habitantes del área de influencia del volcán, han aprendido a convivir con él, sus exhalaciones de ceniza, los tremores que sacuden súbita la ciudad y el saber que hay un León Dormido a unos kilómetros de distancia.
Otros apuros
“A las 12 cambia la hora”, fue el titular de LA PATRIA del primer día de mayo del 1992. Colombia, por el intenso verano, causado por un potente Fenómeno Oscilatorio de El Niño, tenía que ajustar sus relojes a una especie de horario de verano, como sucede en muchas naciones borales. La falta de lluvias desnudó el pobre sistema de interconexión eléctrica nacional, lo que derivó en largas jornadas de apagones.

Por momentos, había hasta dos horas de energía por día, situación que agravó la economía y apeló a la verdadera resistencia de los colombianos para poder subsistir a un evento como ningún otro. Este proceso mostró la necesidad de colombianos por reunirse, cambiar sus rutinas y hacer la vida a la luz de la vida, como en la Colombia de Simón Bolívar.
La Gruta
Entre los dolores jóvenes, está la tragedia de marzo de 2006, cuando un grupo de 11 jóvenes scout que fallecieron en zona rural de Manizales, al acampar al pie de una quebrada, situación que, tras una creciente, formó una tragedia absolutamente dolorosa.
Solidarios
Todo esto ha ocurrido en una ciudad que se repuso de las cenizas, no una, sino tres veces, que aprendió a forjar su espíritu de entereza y solidaridad haciendo frente a sus dificultades, enterrando los miedos para darle vida al espíritu y a la bondad. A un pueblo que nunca se rinde y que, sobre todo, atiende al que lo necesita, en las condiciones que sean. ¡Esta es nuestra gente de Verdad!