“La señora Consuelo de Valencia pasó la noche en vela ayudando a evacuar a su hermana que habitaba en uno de los apartamentos de los cuatro edificios ubicados en la carrera 23 con calle 48. Más de 34 familias se vieron obligadas a desalojar estas construcciones por el peligro constante de derrumbarse en definitiva (…)”
La historia de Consuelo, con su hermana, es un ingrediente que siempre se presenta cuando se registran esos sucesos. También son imágenes las que quedan para la memoria y evocan todo tipo de emociones las que se ven al ingresar al archivo. Una imagen de Sarmiento, publicada ese mismo domingo último de noviembre, se acuñaba con el siguiente texto:
Con la imagen perdida:
“Añorando lo que horas antes había sido el sitio de reunión de sus alumnas que con la alegría de la terminación del año escolar llenaron este coliseo privado del Colegio de Santa Inés, esta religiosa franciscana contempla las ruinas de las instalaciones interiores que dejó el espantoso terremoto de ayer”
A pesar de esto, los terremotos no eran, ni son y, tampoco, serán noticia nueva para los caldenses, quienes han tenido que crecer con la confianza de saber que la sorpresa de un movimiento telúrico parará sin causar mayores daños, aunque de magnitudes naturales poco se pueda anticipar.